miércoles, 10 de marzo de 2010

érase un país llamado Alaska...

Malas noticias... Mal tiempo... Algo de nieve... Malos recursos... Peores instalaciones eléctricas. ¡¡Glups!! ¡PROBLEMAS!
La foto está hecha desde el balcón de mi humilde morada.
Resultado final: 24 horas sin luz, sitiados, sin teléfono, sin cobertura para móviles, sin agua,... EL FIN DEL MUNDO.

Bueno, como os podréis imaginar 24 horas sin luz en un acuario marino es algo como poco, catastrófico. Sin luz los corales permanecen cerrados sin abrirse puesto que no pueden efectuar la fotosíntesis, el agua se queda sin oxígeno puesto que no hay bombas que efectúen corriente para oxigenarla, las bacterias en la roca viva pueden verse afectadas por lo que está en juego un desequilibrio del ciclo del nitrógeno, y lo peor de todo, al no actuar el calentador el agua pierde su temperatura, que tiene que ser siempre constante de 25,5º... El mar caribeño es un medio con una estabilidad descomunal, por tanto los habitantes que residen en él no están para nada acostumbrados al mínimo cambio en sus parámetros, y el que menos de todos ellos, la temperatura, tanto una bajada de temperatura como una subida es una muerte asegurada. Hay que ponerse en marcha... Está en juego la vida de todo el acuario. Necesito soluciones urgentes!!!!!

A grandes males, grandes remedios... Y éste ha sido el que he llevado a cabo.
He tapado el acuario con dos mantas para poder conservar el calor.
Cerrado la puerta de la habitación para poder estancar el ambiente cálido y rodeado el acuario de todas las velas que he encontrado por todos los cajones de casa. Cada vez que se consumía una, la renovaba por otra, Una operación que debía efectuar cada 30 minutos aproximadamente, puesto que las velas de que disponía eran de decoración más que de una utilidad práctica. El calor que efectuaban las velas mantenía mínimamente la habitación caldeada.
A pesar de tomar dichas medidas para contrarrestar las condiciones precarias, la temperatura del acuario descendía un grado cada hora sobretodo ya caída la noche, puesto que con ella había descendido también la temperatura ambiental. Era necesario calentar el agua de alguna manera pero, ¿como? Los fuegos de la cocina son de vitrocerámica que funcionan con luz... No puedo poner más velas, al ritmo que voy las agotaré y no sé cuando volverá la luz, pero por lo que puedo escuchar en la radio no es demasiado alentador.
No perdamos los nervios... O SI!!!! Podría hacer una fogata en medio de la habitación, el suelo es de parquet eso debería arder bien... Aunque el humo intoxicaría el agua y moriría todo... Nada, ¡descartado!

Piensa....
Sigue pensando...
24,5º descendiendo...

Me quedo sin pilas en la radio solo me faltaba eso. Aislado totalmente del mundo exterior. Solo con mis peces, quiénes me miran con ojos de "peces degollados" desde la eterna penumbra.
Hay que hacer algo. Y hay que hacerlo ya.

23,5º...
Descender de 23º sería empezar a desafiar la suerte y poner a prueba la supervivencia de los habitantes.
Remuevo el agua con mis propias manos para generar oxígeno en ella.

¡¡Por fín doy con la solución!!!
Como puedo consigo llegar al trastero, y para hacerlo debo salir del edificio e ir a una puerta contigua. Mis pies se hunden en casi 20 cm de tierna nieve. Armado con un par de linternas consigo remover todo el oscuro trastero y obtener lo que andaba buscando. Ahí está, entre las cañas de pescar y la tienda de acampada. ¡Un par de bombonas de camping gas! ¡La salvación!
Vuelvo a subir, no sin antes empaparme de fría nieve hasta las trancas, preparo la bombona de gas que está ya empezada y con un cacharro de cocina empiezo a calentar agua. Gracias a un termómetro consigo medir exactamente la temperatura a la que lo hago. Tampoco quiero cenar pescado cocido en su propia agua salada (con ese pequeño camarón no tendría ni para empezar el aperitivo).
La primera bombona se acaba en la segunda tanda. Debo racionalizar la última para poder pasar mínimo toda la noche. Seguramente por la mañana, si la nieve lo permite, podré salir a comprar otras nuevas en caso de ser necesario.

La temperatura del acuario vuelve a ascender lentamente... Respiro con más tranquilidad, a pesar de que el esfuerzo va a ser grande. Necesito pasarme toda la noche despierto calentando y removiendo el agua. Mínimo cada hora hay que calentar varias ollas de agua para mantener a raya el ritmo de la bajada de temperatura.
Paso la noche al lado del acuario, con un temporizador de cocina programada cada 30 minutos por si me vence Morfeo en mi lucha por permanecer despierto al pie del cañon. Odio el sonido que efectúa el programador cuando llega a su posición incial. Es un sonido que me desvela repentinamente a pesar de que tenga los ojos medio cerrados...
¡Lo consigo! Aparecen los primeros rayos diurnos... Me muero de sueño... Estoy mayor para esto... Pero ¡¡¡lo consigo!!!! Es lo que importa. Todo sigue vivo. El acuario en ningún momento descendió de los 23,5º. ¡Aleluya!

Creí que por la mañana volvería la luz, pero no lo hizo hasta las 18 horas. Por suerte pude seguir calentando agua con el camping gas y apareció el sol que ayudó a mantener una temperatura agradable y brindar un poco de luz solar al acuario.

Esta vez lo hemos conseguido, aunque solo espero y deseo que ENDESA no vuelva a ponernos a prueba. Durante 24 horas he vuelto a la vida en las cavernas de la prehistoria a la luz de cuatro velas media apagadas... Y el frio y el hambre es lo de menos... Sin Internet no se puede vivir ¡leches!

No hay comentarios:

Publicar un comentario